domingo, 13 de mayo de 2012

mambos de los finales


Y justo en el momento en que se dio cuenta de que la estaba amando, la música se apagó. Se quedó quieto, suspendido en el tiempo, por ese silencio que se produce entre canción y canción, como si esas negras indicaran el tiempo suyo también. Y ahora no estaban.
La siguiente canción empezó con un piano suave, y así fueron sus movimientos, retomando lo abandonado, pero también empezando de nuevo. Pero no pudo concentrarse, ya que se obsesionaba con encontrarse con ese sentimiento que huyó cuando llegó el silencio.
Y entonces la abrazó, le dijo muchas cosas de esa manera y se acostó a su lado.
La música seguía sonando y el piano era el único instrumento que se oía. Se durmió.

Justo cuando Julián se dio cuenta de que podía mentir, se sintió enamorado. Y no supo si creerse, así que la rechazó.

Justo cuando lo empezaba a olvidar, apareció: todo él con su sonrisa radiante y juguetona y volvió a envolverla en esa manta invisible.

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