lunes, 19 de noviembre de 2012

mambos de una princesa que anda en bicicleta

A Laura

Había una vez, en un barrio lejano, una princesa que vivía en un castillo. Todas las mañanas, la princesa se despertaba, se vestía linda como una princesa, bajaba las escaleras con su bicicleta y recorría toda la ciudad sin importar el clima, los horarios o la compañía que pudiera tener.

La princesa era feliz porque el viento le acariciaba la cara y la lluvia mojaba su pelo rubio y sus ojos del color de la miel. Cuanto más feliz era, más sonreía y más aumentaba la velocidad de los pedales, alcanzando colectivos, autos y hasta aviones que la observaban desde el cielo. No le gustaba detenerse a mirar las cosas feas de los demás, deseaba estar siempre en otro lugar y la bicicleta era el mejor medio para trasladarse en ese sentido.

Un día, llegó a ir tan tan rápido que se elevó: de repente toda la inercia que tenía acumuladas esas ruedas, sirvió para sobrevolar las terrazas de los edificios, los faros y las nubes. Por suerte encontró una en la que había un palo para apoyar la bicicleta y atarla.

Así que se bajó un empezó a caminar, sonriendo, hablando sola de la felicidad que estaba sintiendo. Quiso comunicarse con sus amigas Condesas, pero se encontraban todas haciendo tareas diversas.
Laura, que así se llamaba la princesa, se sentó en una nube y empezó a cantar una canción que tenía que ver con el cielo y los diamantes; y se imaginó un barco y flores y más flores y sonrió nuevamente.

La princesa siempre había soñado con poder ver ciertas cosas sin ser vista, así que tomó la lista de cosas que haría y la siguió al pie de la letra: espió a sus amigos Alcaldes y Condes de la ciudad y regaló carcajadas porque algunos ya se mostraban en ropa interior dispuesto a dormir,  observó a las condesas y deseó que estuvieran ahí con ella, miró de reojo al futuro Rey del barrio y lo encontró mirando un fotografía de ella. Sonrió en silencio.

Después de permanecer acostaba en una nube blanda, dibujando el paisaje de la gran ciudad con tinta china, decidió bajar, decidió que todo estaba bien, que el cielo no era mejor que la tierra y que prefería seguir andando sobre la tierra, donde ya conocía los caminos y donde sería Reina muy próximamente.

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