Yo soy consciente que me volvés loca, que no puedo
reproducir en ningún lenguaje verbal lo que haría con vos si quisieras…
Pero lo que no me gusta es que te metas en mi inconsciente.
Mis sueños son míos, pero vos sos su vicio; y no podés acaparar todo, como hacés siempre. Toda mi
atención te está mirando y esperando.
Hace un tiempo fuimos a navegar y, a escondidas, tuvimos
relaciones en cada rincón de un barco infinito como si nos lo hubieran
prohibido por años. No hablamos porque nos interesaba hacerlo. Primero
jugábamos con los dedos, después con los cuellos y ya no podíamos dejar de
sentir nuestras respiraciones. Mis piernas te perdían, tu espada y tu mirada me envenenaban. Nos encantábamos.
No hace tanto, volvimos a ese país tan cálido. Y vivimos las
mismas situaciones pero con otros desenlaces, que ni siquiera yo había
imaginado. Vos eras feliz: descubriste otro tipo de mujer hermosa.
Siempre misteriosos, una noche nos encontramos en un avión
que se dirigía a Firenze, y después a Venezia y a mi Matera y finalmente a tus
recuerdos, donde me perdí y te perdí de vista. Y mi angustia me despertó a los
gritos.
Nos entendimos siempre, nuestros cuerpos se complementaban
como dos voces a capella, nuestros estados coincidían en ser animales salvajes,
nuestro apetito pedía el mismo alimento y nuestros pensamientos solo querían
una cosa… la misma, siempre esa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario