Otro mambo viejo
Sé que no conozco todos los tipos de amor y nunca los
voy a conocer. Shakespeare me mostró varios métodos de amar: el violento, el
grosero, el melancólico y el que todos conocemos, el más hermoso: el que casi
nunca existe.
El amor entre amigos,el que existe entre el sirviente y el amo,
el amor de la clase alta y el de los amantes melosos.
No conozco prácticamente el amor que existe de un
padre a un hijo, o por lo menos no el oficial, que lo viví en padres ajenos. Es
un amor por el cual daría mi vida por vivirlo.
Sí conozco los amores inventados, que a veces
funcionan mejor que los otros y son mucho más fructíferos, es como si se
eligiera una persona para cumplir con todo ese sueño del amor, hacer todas las
cosas que se deberían hacer cuando uno está enamorado sin estarlo es una de las
mejores sensaciones que conozco. No hay dolor, ni rencores; es perfecto. No
existen los detalles, todo importa a lo grande, se ríe permanentemente y se
actúa usando un ideal de nosotros mismos. Es uno de los mejores amores, el que
no existe. No se reflexiona, no se analiza cada actitud, se acepta todo. Se
quiere querer.
El amor a un amigo es uno de los más complicados para
mí, porque ya la definición de esa relación nunca pude encontrarla, pero es
obvio, en estas épocas que corren, que todos necesitamos de ella. Es decir que
no entiendo si es una relación sincera o inventada. Igualmente, no es de ella
de lo que quiero hablar.
Yo inventé varios amores. Julián fue el mejor: nunca
nos quisimos, pero ¡qué bien la pasamos! Todo era como un hermoso trabajo, sé
que es difíc il de imaginar, pero así
era, algo parecido a la solidaridad mutua. Dos personas necesitan amor y crean
el mismo concepto, se unen e inventan una relación perfectamente correspondida
y si sufrimiento. Ideal. Diversión, viajes, películas, hasta las peleas eran
falsas, no nos importaba nada.
Muchas veces, como todo el mundo, me pregunté si era
adecuada la época en la cual yo vivo según mi pensamiento. Es complicado pensar
qué es lo que se forma primero, en qué momento se habla de pensamiento de la
época tal o cual.
Hay gente que nació en la época equivocada.
Lamentablemente, a medida que uno aprende sobre otras épocas, más perdido se
siente. Yo estoy enloqueciendo poco a poco por tanta literatura, pero me consuela
saber que conozco Quijotes peores.
Hernán vive entre la época clásica y el renacimiento,
dejó atrás el estúpido medievalismo y se dedicó solamente al saber. Aunque
todas las épocas se dedicaron a eso, la simpleza del medieval estuvo siempre
muy lejos de su carácter. En cambio, él sabe acerca de todo y en todos los
aspectos es el mejor. Es príncipe y director de teatro, el mejor deportista y
estudiante, pertenece a la nobleza a la vez que sabe ser esclavo.
Podría definirse como un hombre del renacimiento que
ama la época clásica e intenta insertarse en un dos mil diez sin dejar de
estudiarlo. Su vida es estudiar todo: los libros –quizás sí tiene un costado
medieval cuando quiere fijar en su memoria los poemas de Borges o el Hernández–,
aprende de memoria los movimientos, los gestos, los gags, como un auténtico
actor de la existencia humana. Su trato con las mujeres es el mismo que el de
Aquiles con Patroclo, espera, espera y actúa cuando ya es tarde.
Es lector, escritor, fanático enciclopédico, dramaturgo
y bufón.
Él me inventó como su amor, imaginen: yo tendría que
haber vivido en los años sesenta, rodeada de hippies drogándose y escuchando
los Beatles y tomando la vida como a una pastilla, y nos encontramos.
Hamlet se encontró con la novia sin nombre de uno.
Increíble. Fabiana y Teseo.
Un tipo de amor, como digo, amor delgado, finito.
Literariamente ilógico. Prácticamente descartado.
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