miércoles, 20 de febrero de 2013

mambo del blablabla


Daría cualquier cosa por tener al lenguaje verbal como una opción para comunicarme. Y si así fuera, no lo elegiría. Al escrito lo miraría con melancolía y del hablado me reiría a carcajadas de lástima.

Existen los gestos y las miradas que dicen tanto. Las manos son diccionarios sin sinónimos ni ambigüedades; las pestañas solo ocultan los ojos y el cuerpo es la mayor enciclopedia.
Y no se necesita más. Se puede debatir con dos miradas, se puede preguntar, se puede conquistar con el cuerpo, se puede negociar, se puede viajar y hacer el amor sin decir nada.
Si no quiero, corro. Si quiero, me acerco. Si me causa gracias, me rio. Si estoy triste, lloro. Si te amo, te admiro. Si me enojo, junto las cejas. Y si odio no hay contacto. Si siento placer, me quedo.
Fortalecíamos muchos sentidos si dejáramos de hablar. La vista, por ejemplo. Tendríamos que ser más atentos a los tipos de abrazo y a los besos que regalamos por ahí. Nos miraríamos más a los ojos y nos cuidaríamos más los oídos: escucharíamos solo música.

En fin, calculo que también sería complejo mentir; aunque seguramente encontraríamos la manera de malgastar algo tan precioso, como lo eran las palabras.

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