viernes, 9 de agosto de 2013

mambo chatarra

No quiero naaada que nos haga mal
Yo creo y con eso baasta
 
 
Siempre tuve problemitas de alimentación: como poco y adelgazo, como mucho y adelgazo.
Mi mama siempre me dijo que todos esos libros no me iban a dar de comer. Para variar, tenía razón. Es más, hubiese sido preferible gastar esa plata en algunas operación interesante o en ropa de moda o en una buena peluquería que me dé el mismo estilo que tienen esas chicas lindas que hacen que los chicos se den vuelta y las quieran tener en la cama.
 
Pero ya es tarde. La biblioteca tiene muchos libros y a mí me gustan. No me engordan pero me hacen feliz. Y a veces creo que quizás aprendí de esas historias maravillosas y que alguien se daría vuelta si me lee y quizás también me quiera llevar a la cama.
 
Lo que sí entendí gracias a una conversación con un amigo es que ya no tengo que comer comida chatarra. Todas esas cosas ricas que suben el azúcar en un segundo y simulan felicidad, pero después bajan en picada y rebotan lejos de mi cuerpo.
 
La comida chatarra es una gran invención: huele exquisita, es linda y lo sabe y generalmente es accesible. Pero no alimenta, es efímera y no sacia.
Te hace feliz durante esos minutos, pero después te vuelve más miserable: hincha y puede doler mucho.
 
En vez de comer esa hamburguesa rica y grasosa en ese lugar lleno de gente sin pulso podría comer un buen pescado en un mirador que da al río y bajo el sol. En vez de pedir una pizza, quiero cocinar con mi amigo en casa.
 
Comer bien hace feliz a la gente, la gente que come bien es más linda y más brillante.
Basta de comida chatarra. Basta de dolores.

2 comentarios:

  1. Los libros engordan el cerebro y la imaginación. ¿Leíste el libro Elogio de la lentitud, de Carl Honoré? Hay todo un capítulo sobre el comer lento, el cocinar lento que seguro, si no lo leíste, te va a encantar.

    Mangia, che ti fa bene!

    Un beso.

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  2. Analogías... si las hay...

    gracias Vero, lo miraré :)

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